¡”Aquí va a correr sangre señores, por que los diputados nos decepcionaron, nadie nos quiere ayudar”!, eran las palabras que dijo ante los medios de comunicación de uno de los inversionistas estafados por tener certificados de custodia del desaparecido Banco de Comercio.
Ver decir estas contundentes frases por las televisión me puso la piel de gallina, se trataba de una persona de la tercera edad casi a punto de desmayarse de un ataque de ira es algo que realmente me conmovió.
Y es que sus palabras expresaban el cansancio, la tristeza y la frustración de las más de 8 mil personas que día a día llegan al Centro Histórico y esperan alguna resolución frente al Congreso de la República y a las instalaciones de la sede central del banco en la zona 9.
Al día de hoy ya se contabiliza una persona muerta por el cierre de la entidad bancaria y muchos enfermos.
Los afectados vienen de los cuatro puntos cardinales del país y hasta de los Estados Unidos, quienes han dejado toda una vida de esfuerzo y sufrimientos y ven sus depósitos esfumarse.
Lo triste es que historias de gente que perdió todo hay muchas, soluciones ninguna. Ni la Superintendencia de Bancos, el Banco de Guatemala, Junta Monetaria, ni el ente encargado de la persecución penal, ni los gobernantes de la patria responden por el dinero de los cuentahabientes.
No existe certeza alguna para los ahorrantes, es raro saber de alguien que a estas alturas confíe en las autoridades monetarias y más grave aún en el sistema bancario en general.
Es hora de crear leyes y medidas de control efectivas ante una catástrofe sin precedentes en la historia del país.
Ya se habla de dos iniciativas de ley y de proteger a los clientes de los bancos, pero que pasará con las 11 mil personas víctimas de Vipasa, Bancafé Internacional Bank y más recientemente Organizadora de Comercio.
Ver decir estas contundentes frases por las televisión me puso la piel de gallina, se trataba de una persona de la tercera edad casi a punto de desmayarse de un ataque de ira es algo que realmente me conmovió.
Y es que sus palabras expresaban el cansancio, la tristeza y la frustración de las más de 8 mil personas que día a día llegan al Centro Histórico y esperan alguna resolución frente al Congreso de la República y a las instalaciones de la sede central del banco en la zona 9.
Al día de hoy ya se contabiliza una persona muerta por el cierre de la entidad bancaria y muchos enfermos.
Los afectados vienen de los cuatro puntos cardinales del país y hasta de los Estados Unidos, quienes han dejado toda una vida de esfuerzo y sufrimientos y ven sus depósitos esfumarse.
Lo triste es que historias de gente que perdió todo hay muchas, soluciones ninguna. Ni la Superintendencia de Bancos, el Banco de Guatemala, Junta Monetaria, ni el ente encargado de la persecución penal, ni los gobernantes de la patria responden por el dinero de los cuentahabientes.
No existe certeza alguna para los ahorrantes, es raro saber de alguien que a estas alturas confíe en las autoridades monetarias y más grave aún en el sistema bancario en general.
Es hora de crear leyes y medidas de control efectivas ante una catástrofe sin precedentes en la historia del país.
Ya se habla de dos iniciativas de ley y de proteger a los clientes de los bancos, pero que pasará con las 11 mil personas víctimas de Vipasa, Bancafé Internacional Bank y más recientemente Organizadora de Comercio.
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